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#BicisParaLaVidaBySKODA

Pandemónium, un raid para la vida

Después de haber vivido esta experiencia, puedo decir que el Pandemónium es más que un raid, es un sentimiento. Lejos de la competitividad que pueda existir entre los participantes, se respira aire de compañerismo, de intentar disfrutar de algo que está lejos de los más de 5 millones de parados, de familias desahuciadas, de pufos de banqueros y políticos. Podría seguir, pero no es el tema. Aquí solo tienes que preocuparte de la ruta y de no romper tu coche. Imaginarte por unos días que eres participante de un París-Dakar diferente.

¿Qué es el Pandemónium? Es un raid, como hemos dicho, que se creó con un doble objetivo: disfrutar de Marruecos con letras mayúsculas, y dar espacio a la solidaridad. Para participar hay pocas condiciones: básicamente, tener un vehículo matriculado hace más de 25 años y que no supere los 1.200 cc y los 60 cv. Por ejemplo, un Seat Panda, un Opel Corsa, un Citröen 2 CV, un Dyane 6… en fin, esos coches con solera. Nuestros entrañables primeros cacharros.

Con ellos se recorre una gran diversidad de paisajes y condiciones climáticas, que van desde las tormentas de arena hasta una nevada, como la que nos cayó en Ifrane el último día. Las etapas, evidentemente, tienen grandes diferencias en cuanto a recorrido y dificultad. En algunos puntos de paso se exige hacer una fotografía, que al final del día reportará mayor puntuación y más posibilidades de ponerse en cabeza de la clasificación.

Tiempo para colaborar

La segunda parte, la solidaria, corre por cuenta de la Fundación Alberto Contador, en colaboración con la Fundación Seur, la Fundación Ananta, y la Asociación de minusválidos de Pinto. En el ecuador del viaje, la caravana de Pandemónium se dirigió a una aldea de la zona de Arfoud, donde tendríamos la ocasión de ofrecer ese poco que nos sobra a muchos que tanto necesitan.

Juan Miguel Mora, el organizador, se había puesto en contacto con el Consejo de Mayores de la localidad para entregarles más de 40 bicicletas que donaba la Fundación, dentro de su iniciativa ‘Bicis para la Vida’. La Fundación recoge donaciones de bicicletas, de personas que ya no las usan, y las lleva donde hacen falta. Se fomenta el ciclismo, el deporte, la solidaridad y la vida. Estas bicicletas serán ahora usadas por los pequeños que viven a varios kilómetros de Arfoud, para disfrutar de ellas y también para ir a la escuela en bici.

Junto a la kasbah, los adultos hicieron a nuestra caravana un recibimiento con todos los honores y amabilidad de que fueron capaces. Después de conversar y tomar té con ellos, comenzamos la descarga de grandes cajas del camión de la caravana. Cada participante tuvo que montar una bici y dejarla en perfecto estado de revista.

‘Bicis para la vida’

La entrega fue emotiva. El rostro de los críos denotaba una alegría contenida por el respeto hacia los solidarios visitantes. Después, se fue nombrando a los muchachos que recogían ansiosos sus preciados tesoros, sus bicicletas.

Después del reparto y la foto de familia, llega la salida hacia una nueva etapa en sus vidas. Y la calle parece poseída por la locura. Todos los niños quieren probar su nuevo medio de transporte, incluso las muchachas, reacias en principio a ser fotografiadas, posan con su bicicleta con sonrisas de oreja a oreja. La satisfacción de ver tanta alegría con tan poco esfuerzo es máxima. Cuesta despegarse de ese momento, de ver como disfrutan correteando de un lado para otro, pero hay que seguir la ruta prevista.

La calle parece poseída por la locura. Todos quieren probar su nuevo medio de transporte
La caravana de coches sigue en dirección a Merzouga, al encuentro con las dunas del desierto. La vertiente solidaria no acaba con el reparto de bicicletas. Durante el recorrido se van encontrando poblados nómada, a los que se les deja ropa, juguetes y material escolar.

En algunos casos no están muy acostumbrados a la visita de extraños. En otros, los ven muy poco a menudo, menos de lo que ellos quisieran.

Las peripecias de los participantes se suceden. El que no pincha rompe un amortiguador y el que no, saca litros y litros de agua de su coche después de vadear un río. Pero los incidentes transcurren sin mayores consecuencias que la visita al mecánico de turno, y hay que reseñar que los mecánicos allí son la caña: si se tienen que quedar la noche en vela arreglando coches, se quedan. Y tu coche estará listo para la siguiente etapa.

Cuando termina el Pandemónium quedan sensaciones encontradas. Por un lado has podido completar un raid como si fueras un auténtico dakariano, has conocido gente estupenda, pero por otro, te queda la idea de no haber hecho todo lo que podías, de haber dejado en el tintero cosas por hacer. Y que realmente, la solución a muchos problemas no es dar peces a la gente, sino enseñarles a pescar. Al menos, esperamos que nuestro esfuerzo haya servido de algo y quienes lo recibieron, lo valoran.

En raidpandemonium.com se puede encontrar toda la información que se necesita para que cada uno que quiera sumarse, dé rienda suelta a su particular aventura en el desierto, motor y solidaridad. Habrá más Pandemónium.

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